La importancia de los postgrados y la necesidad de incrementar la producción científica y el desarrollo tecnológico de alto impacto es un asunto de gran importancia para las universidades que en América Latina tienen una proyección de ser referentes en alta calidad (Abello et al., 2005) (Documento Conpes, 2019).
Esta es fue una de las motivaciones de este trabajo el cual parte de las siguientes preguntas: i) ¿Cuáles son las principales instituciones referentes a nivel mundial en la formación de maestrías y doctorados de acuerdo a los rankings universitarios?; ii) ¿existen tendencias globales que ejerzan determinantes importantes para el futuro de los postgrados en América Latina?; y iii) ¿cuáles de esas tendencias emergentes son emergentes para el contexto de América Latina y que las universidades pueden proyectar en el mediano plazo para hacer frente a los retos que plantean las tendencias globales de sus pares referentes)?.
La formación de postgrado en el mundo tiene una historia que se remonta al siglo XIX en Alemania con la creación de los doctorados en filosofía en el marco del surgimiento de la universidad moderna o científica.
En un contexto donde emergía la revolución industrial y el desarrollo tecnológico se buscaba “la integración de la investigación con la docencia y los estudios doctorales centrados en hacer tesis concebida como el producto de una investigación científica individual” (Rojas & Mena, 2020).
Partiendo de este enfoque se han configurado cinco sistemas o modelos de postgrados referentes en el mundo y los demás son adaptaciones o modificaciones menores hechas de acuerdo a las políticas educativas y de investigación y a la idiosincrasia de cada país (Cuéllar et al., 2019) (López M. , 2020).
Las diferencias más significativas entre los modelos de los postgrados se concentran en variables como: cantidad de tiempo o de créditos de escolarización, profundidad y nivel de los procesos de investigación y duración para obtener la titulación.
Según la Association of American Universities, los postgrados a nivel global presentan sus principales retos asociados a: i) disminución de su duración y aumento de la variedad; ii) incremento de las competencias de los egresados para lograr altos desempeños en entornos diversos y con visión global apoyados en las TIC; y iii) tener la capacidad de trabajar interdisciplinariamente (Nyquist & Woodford, 2020).
América Latina por su parte, no está exenta de estos desafíos, más aún con el crecimiento de los postgrados en el último cuarto del siglo XX (Cuéllar et al., 2020). La respuesta desde las universidades resulta en la aparición de diferentes tendencias emergentes que implican su identificación, caracterización y apropiación adopción en el marco de unos contextos exigentes donde los procesos de acreditación y las dinámicas de la internacionalización empiezan a predominar.
La importancia de los postgrados radica en que las funciones sustantivas de las Instituciones de Educación Superior (IES) ya no son solo la formación de profesionales y la investigación científica (Martin & Etzkowitz, 2000) si no, en la exigencia social que se hace a las universidades en la llamada “Tercera Misión”, que se esmere por transferir los resultados de sus procesos de docencia e investigación de una manera pertinente y contextualizada con su entorno (Bueno & Casani, 2019).
Además, se constituyen en la interfaz entre el entorno productivo con la sociedad y la academia, lo que hace que tengan que ser dinámicas y flexibles para dar respuesta oportuna a los cambios permanentes de las demandas de conocimiento y especialización en el marco de lo que se ha denominado educación permanente (Life long Learning) (Cruz, 2019).